Todos tenemos perturbaciones ante riesgos o daños, tanto reales como imaginarios. El miedo no distingue clases sociales, edades o sexos. El miedo es invisible, pero real. Solo el poder de Dios puede calmar, sanar y liberar el miedo.
Conoce historias de personas cuyas vidas cambiaron cuando conocieron a Dios.
Testimonios del poder transformador de Jesucristo.
Escrito el 3 de mayo de 2015, por Roberto Rodriguez Aliaga