Cuando tu madre ya no sea la misma, ten paciencia y comprende. Recuerda todo lo que ella hizo por ti desde tus primeras horas de vida. Enseñale, dale tiempo, escúchala. Dale una mano para sostenerla, dale apoyo, acompáñala hasta que ella termine su camino.
Conoce historias de personas cuyas vidas cambiaron cuando conocieron a Dios.
Testimonios del poder transformador de Jesucristo.
Escrito el 4 de febrero de 2014, por Roberto Rodriguez Aliaga